martes, 20 de febrero de 2018

La lactancia. Comienzo complicado.

Dar el pecho debería ser algo sencillo. Es natural, innato. ¿Acaso una leona, una gata o una cabra tiene problemas de grietas en los pezones o "no tienen suficiente leche"? Nos hemos alejado tanto de la naturaleza o nos hemos vuelto tan artificiales que se nos ha olvidado cómo se amamanta.
Durante mi embarazo tenía claro que quería dar el pecho. Estaba hasta obsesionada. Tenía pavor a la cesárea porque en el hospital donde iba a parir, en caso de cesárea te separan de tu bebé durante al menos tres horas y eso podía suponer un comienzo con dificultades.
Parí de forma natural, con epidural y episiotomía (sic). E igualmente me encontré con un comienzo difícil.
Tras dos días en el hospital, Lu no había engordado lo suficiente y tuve que quedarme un día más en el hospital, esta vez junto a un biberón. Aunque las enfermeras parecían muy dispuestas a ayudar a que la lactancia fuese efectiva, lo cierto es que la realidad no era así. La primera semana se la pasaba durmiendo y no había manera de hacerle despertar para que se alimentase: cosquillas, mojarle la nuca, etc... nada daba resultado (¿quién me iba a decir que después no dormiría apenas?)
Tuve miedo de que Lu se acostumbrarse al biberón y ya no quisiese mi pecho por llevar más trabajo su succión. Tuve miedo a quedarme sin leche al alargarse más las tomas. Y continué con estos miedos durante al menos sus tres primeras semanas de vida. Hasta que mi pediatra me duplicó la dosis de biberón y decidí cambiar de profesional.
La matrona de mi centro me dijo previamente que dado que ya llevaba más de 15 días complementando las tomas, primero con 30 centilítros y después con 90, veía dificil el poder retomar la lactancia por completo. Me puse nerviosa y fui corriendo a la farmacia a comprarme un sacaleches para intentar producir más.
Mi nueva pediatra me dijo que fuese poco a poco quitando el biberón y que me pusiese al niño al pecho con más fecuencia. Así que las dos semanas siguientes lo tenía todo el día enganchado a la teta y cuando se dormía sus pequeñas siestas (ya no dormía más de media hora seguida salvo cuando su papá le sacaba porteando) aprovechaba para intentar sacarme un poco más de leche. Y así conseguí que en la siguiente revisión, Lu hubiese engordado lo estipulado.
En este sentido, para mi fue un gran apoyo el grupo de lactancia al que iba a una vez a la semana. No ya solo para ver qué me recomendaban, sino para escuchar a madres con problemáticas similares y por el apoyo, como su nombre indica, en relación con la maternidad, no solo con dar el pecho. 
Durante los primeros tres meses, si la memoria no me falla, estuve apuntando en un cuaderno cuántas tomas le daba, cuánto tiempo se tiraba en cada toma (¡mucho! entre 30-45 minutos, a veces una hora), cuánta leche me sacaba y cuándo dormía. Hasta que finalmente un día, no sé por qué ni cómo, ya me desprocupé. El niño ya mamaba con fuerza y se hacía notar cuando quería pecho, fuese para comer, para consolarse o para notarme cerca. Fue entonces cuando me relajé.
Siempre fue un niño de "bajo peso". Bajo peso comparado a la media. Nació con un percentil cercano al 2 y allí ha estado durante todo este tiempo, pero siempre siguiendo la curva que tiene que seguir. Supongo que por eso la primera pediatra me duplicó la dosis de biberón. Si durante sus primeras dos semanas de vida hubiese estado en el percentil 90 no creo que lo hubiera hecho.
Yo quería dar el pecho hasta los 6 meses en exclusividad, tal y como se recomienda. En aquel entonces estaba trabajando en Chile y la baja maternal allí es justo de 6 meses. Con la incorporación al trabajo le iría quitando el pecho poco a poco hasta que finalmente se destetase, pensé.
Y ya estamos casi en dos años y aún sigue en el pecho. Y lo demanda mucho para su edad (lo comparo por ejemplo con sus primos).
Las tornas han cambiado y ahora lo que quiero es intentar destetarlo. Y no se cómo. ¿Debería ser tan cerril para su destete como lo fui para su "tete"?
Arriba una imagen de posturas para amamantar, muy útil para los comienzos porque yo no sabía ni cómo me tenía que poner el niño al pecho. Durante mis primeras dos semanas, la única manera fue tumbada. Imagen sacada del siguiente enlace (pincha aquí)

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